Otoño
En L’Indret, el calor hace semanas que se esconde en el hogar de fuego. La cocina humea olor de calabaza, castañas y setas; desde detrás de los ventanales, se aprecia el paisaje cambiante y el restaurante está lleno de esta vida caduca.
La naturaleza se recoge para dejar ir la actividad expansiva. Los días verdes y sofocantes del verano dieron paso a los amarillos, ocres, rojos y terrosos. Los caminos se han convertido en alfombras de fuego húmedo y los árboles comienzan a desnudarse.
Es tiempo de recoger higos, almendras, avellanas y nueces, algarrobas, azafrán, granadas y membrillos, de hacer confituras, de asar castañas,… En L’Indret tenemos dos platos especiales para esta temporada: el puré de calabaza asada y la patata emmascarada con alioli de membrillo.
También hicimos postres de castañas, boniato y panellets para la castañada, por supuesto, y cuando recogemos, ofrecemos setas, principalmente níscalos, que salteamos con ajo, perejil y mucho cariño. Una buena cena en nuestro restaurante floral no suena nada mal, ¡entra para conocer el menú! Cocinamos con dedicación a partir de productos locales y de primera calidad.
Hasta hace pocos días, cuando caía el atardecer, se podía contemplar un planeta junto al Pedraforca. Hemos hablado con Salvador del Centro Astronómico del Pedraforca y nos ha explicado que es Venus. No parpadea y es lo que más brilla después de la luna. ¿La habéis visto? Otros cuerpos celestes más fáciles de ver en esta época son Júpiter y Saturno durante la noche y Mercurio durante el día.
El otoño es considerado el atardecer del año. Esto es así por la llegada del frío y porque el sol disminuye hasta el solsticio de invierno. Hay un cambio en el paisaje desde el equinoccio, a finales de septiembre, hasta alrededor de Todos los Santos, el 1 de noviembre.
La eclosión de colores y luz del otoño dorado muta al otoño frío, donde se va llegando al paisaje y la temperatura que todos tenemos en el imaginario del invierno. Vivimos un pequeño renacimiento con el veranillo de San Martín alrededor del 11 de noviembre, donde las temperaturas suelen subir, y parece que la naturaleza nos envía un destello de calor para que nos preparemos para los días más cortos, fríos y oscuros del año.
Antiguamente y hasta el siglo XVI, al otoño se le llamaba “estación de la cosecha”. ¿Os habéis fijado que la luna llena ilumina más que en ninguna otra temporada del año? También la llamaban “luna de la cosecha”, y es que los campesinos aprovechaban más las horas gracias a esta claridad extra para recoger los cultivos.
Ya lo sabéis, si queréis aprovechar para disfrutar el último mes y pico que nos queda de otoño, os recomendamos la caminata de Saldes a Gresolet por el camino de la costa que proponen desde Visit Pedraforca, con estos paisajes cromáticos que nos regalan los hayedos de la zona y otros rincones. También podréis disfrutar de actividades culturales como la fiesta mayor de invierno de Maçaners el 30 de noviembre (San Serni) o la celebración en Saldes el 4 de diciembre en conmemoración a Santa Bárbara, patrona de los mineros. Este año, la fiesta mayor de invierno de Saldes el 11 de noviembre (San Martín) se celebró el fin de semana pasado.